Sobre Ser Madre
May 01, 2018
Otro año y otro Día de la Madre más que se acerca, en el cual quiero extender bendiciones desde mi espíritu a las madres en todas partes. Aunque tenemos un día en particular para enfocarnos en lo especiales que son las madres, la maternidad es algo que te acompaña cada día de tu vida y que merece ser celebrado, apreciado y amado por tu Feminidad Sagrada en cada momento.
La llegada del Día de la Madre también me hace pensar en cómo entré al mundo de la maternidad. Una vez que una mujer se convierte en madre, ya sea que su hijo llegue a ella de forma natural, por adopción, sea el hijo de un amigo cercano o incluso si tiene un trabajo que le permite trabajar con niños, tal como el ser maestra…
Ser “Madre” es algo que es nato ya sea que lo aceptes, lo niegues vigorosamente o te encuentres en un punto medio.
Has sido tocada por siempre por este honor sagrado.
Hace más de una década, pensé que estaba preparada completamente para dar a luz y para la maternidad. Después de todo, millones de mujeres antes que ya lo habían hecho. Mujeres que conocía íntimamente, casualmente o para nada. Mujeres que admiraba y otras a las que no. Estaba a punto de unirme al club de las Madres, y no tenía idea de que, aunque compartiéramos un título, cada una tiene experiencias propias e únicas, recuerdos, emociones y lecciones que debe de afrontar cuando se convierte en madre.
Una de las más grandes e inesperadas lecciones que aprendí es que mientras recorres el camino de la infancia de tus hijos como madre, te ves forzada a confrontar tu propio y doloroso pasado. Yo creía que había dejado mi pasado detrás, ganado mi independencia y logrado un sentido de seguridad en mi nueva vida con mi esposo y ahora con nuestro primer bebé, una hermosa niña.
Sin embargo, pensaba que sería capaz de evitar los recuerdos de mis primeros años. Una amiga mía que practica reiki y trabaja con energía me dijo una vez,
“Es un misterio kármico el hecho de que debamos sanar por medio de nuestros hijos.”
Nadie te advierte sobre este pequeño detalle antes de que te embaraces, al menos nadie me lo dijo a mí.
Así que ahí estaba yo, con una extraordinaria niña llamada Sofia y llena de sentimientos encontrados. Por un lado, estaba experimentando la mayor de las alegrías mientras sostenía este pequeño regalo de vida y amor. Me di cuenta de que tenemos un tiempo limitado con nuestros hijos, y que mi meta era hacer que este tiempo valiera la pena. Como su madre, me di cuenta de que tenía que hacer lo mejor que pudiera por ella. Quería enseñarle cosas que yo nunca aprendí y hacer que su infancia fuera muy distinta de la mía.
Toda esta nueva responsabilidad de ser madre llegó también con el darme cuenta de que tenía que estar cara a cara de nuevo con cuestiones dolorosas y resentimiento que guardaba de mis propios recuerdos de infancia. Una vez más tuve que sanar mi pasado para poder avanzar hacia el futuro y ahora, también el futuro de mi hija estaba en riesgo. Si quería transmitirle amor propio, autocuidado, compasión y una relación son su Feminidad Divina, tenía que asegurarme de entender esas lecciones.
Me di cuenta también de que el hecho de que mi hija entrara en mi vida, significaba que tenía una segunda oportunidad de aprender como sentir mis emociones. Como madre, debía de tomar todo lo positivo, los sentimientos de autorrealización y alimentar a mi hija con ellos, nutrirla con sabiduría y verdades sagradas y eternas. Ese era un regalo que podía darle a mi hija, pero también me lo estaba concediendo a mi misma.
Sofia tiene ahora 12 años, cada vez más cerca de los 30. Frecuentemente me recuerdo a mí misma que ni ella, ni mi hijo Sebastian, serán míos por siempre. Solamente los tengo en préstamo. Puedo darles fuerza, valor y herramientas para que las lleven consigo conforme vuelan hacia el mundo. Rezo para verlos elevarse y para que logren entrar en calor, sin ser quemados por el sol. Yo mantendré mis brazos abiertos, dándoles libertad para que ellos sean y dándoles la bienvenida cuando regresen.
Así que, en este Día de la Madre, quiero extender mis brazos hacia todas las mujeres en todas partes e invitarlas a que se honren y aprecien las contribuciones que han hecho. Ya sea que hayan dado a luz a niños o a ideas creativas, si has abrazado a un bebé o sostenido entre tus manos tu primera novela publicada, si has ayudado a un niño a cruzar la calle o eres admirada por tus estudiantes quienes absorben todo tu conocimiento.
Todas ustedes son recipientes de creación, sagradas y merecen ser reconocidas y bendecidas por sus contribuciones y su compasión.
Si te sientes conmovida, por favor siéntete con la libertad de compartir con nosotras tus experiencias como madre o como creadora de cualquier cosa que tenga un gran significado para ti.
Feliz dia, con amor y salud,
