La comida es…y no es la respuesta. ¿Cuál es la razón?
Feb 09, 2020
Por años, recurrí a la comida de todas las maneras que no se debe hacer. Me privaba de comer cuando quería aliviar la ira, la soledad y la depresión que me perseguían esos días; cuando buscaba enterrar la vergüenza, el miedo y la frustración con cada periodo de ayuno que me provocaba. Después hacía lo contrario, comía para dejar de experimentar esos sentimientos.
Adivina qué? Ninguna de esas estrategias funcionó. Nunca llenaron el vacío que sentía cada día y me apagaba. Mi cuerpo, mente y espíritu seguían sintiendose vacíos.
Algo de esto te suena familiar? Vives con un sentimiento de vacío y hambre?
Afortunadamente, descubrí el secreto para tener una relación saludable con la comida, y esto cambió completamente mi vida. Estás lista para cambiar la tuya también? Sigue leyendo.
Tu relación con la comida
Cada vez que hablo con mujeres y trato de explicarles el porqué se sienten hambrientas, generalmente me miran de manera extraña porque piensan que de lo que estoy hablando es de comida. De cierta manera lo hago, pero de una manera más profunda.
Tu relación con la comida es ùnica porque es algo con lo que te involucras varias veces al día, todos los días.
Por un lado, la comida te provee de los nutrientes que alimentan tu cuerpo. Por el otro, tu relación con la comida genera una conexión emocional y espiritual con tu auténtica esencia sagrada femenina.
La forma en que te relacionas con la comida es en gran medida un reflejo de cómo te sientes contigo misma y con tu vida.
Revela de lo que realmente estás hambrienta, mas allá de los alimentos que hay en tu plato y la forma en cómo ingresan a tu cuerpo.
Entiendo que es un concepto difícil de entender para las mujeres. Después de todo, hemos crecido con ideas muy arraigadas sobre el papel de la alimentación y el hambre en nuestras vidas. Pero cuando miras más allá de la comida en tu plato y realizas un ejercicio de introspección, te darás cuenta que la comida por sí misma no puede alimentar lo que tu alma realmente necesita para florecer, sobrevivir y crecer. Déjame explicarte compartiendo mi propio proceso de descubrimiento.
Por muchos años yo comía a través de mis emociones hasta el punto de enfermarme de manera grave. Parte del origen de esa relación con la comida se asocia con el hecho que mi madre y yo tuvimos que huir de Colombia hacia Canadá. Eso significó dejar atrás familia, amigos, escuela y pertenencias para iniciar una nueva vida en un lugar ajeno lleno de incertidumbre
En ese momento entré en un lugar emocionalmente oscuro, donde percibí todo a mi alrededor y a mí misma con ojos negativos. La negatividad se volvió una adicción y se apoderó de mi vida.
Al principio, mi comportamiento emocional hacia la comida me llevó a comer poco para evitar las críticas sobre lo que estaba consumiendo, pues estaba en un lugar donde no me sentía segura. Sin embargo, una vez que mi madre y yo encontramos un lugar seguro para vivir, me sentí incapaz de consumir la suficiente comida que me nutriera, en lugar de eso me llené de recipientes de pasta y panes enteros.
Mi relación con la comida, con mi cuerpo y con mi peso eran un reflejo de la inestabilidad emocional que tenía y que estaba temerosa a enfrentar.
Me sentía sola y avergonzada y dentro de ese caos, me sentía hambrienta, lo que quería era paz.
Cambios químicos y enfermedad
Muchas personas no se dan cuenta que una de las consecuencias de tener sentimientos negativos es el cambio en los niveles de ciertas sustancias químicas del cuerpo, en especial el cortisol y la adrenalina, hormonas del stress. Si como yo, permites que sentimientos poco saludables te superen, los cambios químicos en el cuerpo pueden conducir a la adicción a esas hormonas.
Corres el riesgo de quedar atrapado en un estilo de vida autodestructivo, que limitará tu capacidad de perseguir tus sueños y alcanzar tu máximo potencial. Las emociones negativas se convertirán en tu nueva normalidad.
Las emociones negativas y las energías que las acompañan no nutren nuestro templo corporal ni nos permiten abrazar nuestro ser Divino Femenino. De hecho, pueden manifestarse como una enfermedad, incluidas afecciones autoinmunes que pueden apoderarse del cuerpo y la mente, aplastando su espíritu.
Mis hermanas, debemos superar los hábitos alimenticios poco saludables y desarrollar una nueva relación con la comida y nuestros cuerpos. ¿Cómo?
Para mí, esta misión inició cuando estudié nutrición y me convertí en una profesional certificada. Sin embargo, corregir lo que estaba no era suficiente. También necesitaba nutrir mis emociones y hacer cambios para poder descubrir realmente mi yo divino y sanar. Una vez que lo hice, desperté a mi Feminidad Divina y comencé a desarrollar herramientas para que otras mujeres aprendieran a alimentar su cuerpo, mente y espíritu cambiando su relación con la comida.
Debes estar familiarizada con el término “alimento que reconforta”. Muchas personas usan la comida como una solución rápida para sentirse seguras y amadas. Es una forma de gratificación instantánea, pero no proporciona una satisfacción a largo plazo. Después de comer en exceso o comer algo que no deberíamos, nos sentimos culpables, avergonzados o con emociones que nos causaron esos atracones en primer lugar. Se convierte en un círculo vicioso.
Comer de manera emocional
Eres un comedor emocional? ¿Estás luchando con tu relación con la comida? Como en todas las adicciones, reconocer que estás experimentando un problema con la comida es el primer paso hacia la curación. Exploremos algunas preguntas importantes que pueden ayudarte a seguir un camino saludable y conocer el recorrido que debes hacer para entender y adueñarte de tu Feminidad Divina.
¿Comes cuando no tienes hambre?
Si tu estómago no está gruñendo y no necesitas alimentarte, probablemente significa que necesitas satisfacción emocional. Este es el momento de controlar tus emociones. Sé honesto contigo mismo: ¿estás buscando satisfacer una necesidad física o emocional?
¿Comes a escondidas?
Ocultas lo que realmente comes y te engañas a ti misma sobre lo que ingieres? Eso se debe a que tenemos miedo de que otras personas se enteren y se den cuenta de que hay algo mal en nosotros. Comer adormece el dolor con el que vivimos y ayuda a digerir el pasado que nos duele. Sin embargo, es mas saludable tomar las riendas de esta mar de emociones.
Queridas hermanas, somos seres cíclicos y lo mismo pasa con nuestras etapas emocionales. Si examinamos esas fases, podemos aprender a identificar nuestros sentimientos, entenderlos y saber qué es lo que realmente queremos. Y tal vez no sean esas papas fritas, ese helado o aquella pasta que has estado comiendo.
¿Te sientes culpable después de comer?
Tal vez te has acabado un bote entero de helado o una caja de galletas. Has escuchado la frase “no debí haber comido eso” en tu mente? Te hace falta sentirte dichosa, lo que te hace desear más comida prohibida para sentirte satisfecho.
Si tu eliges comer algo, hazlo para gozar, no para castigarte. No hay comida mala o buena, no eres más íntegra si comes apio en lugar de una galleta. No eres mala si comes helado. No eres buena si te privas ciertos alimentos. Es tiempo de eliminar esos juicios de valor y etiquetas sobre tí y analizar de cerca el porqué eliges lo que comes y cómo lo haces.
Queridas hermanas, no hay nada malo si alguna de estas situaciones te suena familiar. Simplemente significa que has recibido una formación inadecuada sobre comer y nutrir el templo de tu cuerpo.
Una vez que te alimentes por tu salud y no solo por la apariencia, experimentarás un bienestar rejuvenecedor de tu mente, cuerpo y espíritu.
Mi consejo, queridas hermanas, es comer con alegría! Se consciente que eres digna y mereces alimentos saludables. Cuando limitamos nuestra ingesta de alimentos al no comer, o al comer en exceso, abusando del ejercicio para poder comer más y otros extremos, también estamos debilitando nuestra conexión profunda y sagrada con la Vida.
Quieres un remedio efectivo? Come de manera consciente. Mastica completamente cada bocado. Deja el tenedor o la cuchara entre bocados y saborea el sabor y la textura de tu comida. Practica la respiración profunda y disfruta de los aromas de tus alimentos. En pocas palabras, activa completamente tus sentidos mientras comes.
La conclusión es que nuestra relación disfuncional con la comida no se trata realmente de comer; se trata de un hambre desenfrenada por algo que no se puede resolver con la comida: estamos buscando amor, respeto, validación, comprensión, ser escuchados, vistos y reconocidos por nuestra sabiduría, ideas, creatividad y energía y no por nuestra talla de ropa o peso.
¿Estás realmente deseosa de un cuerpo delgado, o quieres sentir alegría, paz y libertad? Tal libertad comienza cuando te separas de la cárcel del ideal de cuerpo que la sociedad ha puesto en las mujeres.
Nuestra travesía con la comida no se trata de saber qué comer y cuánto; se trata del por qué comemos. Es acerca de escuchar nuestros cuerpos manifestar sus verdaderas necesidades. Se trata de escuchar a nuestro yo interior preguntando: "¿De qué estás realmente hambriento?"
Recuerden, queridas hermanas, hay que decidir alimentarnos como un ser sagrado, sólo así tu cuerpo y mente trabajarán en armonía en una asociación hermosa y de confianza.
Hazme saber cómo te impactó este blog. ¿Cuáles son tus respuestas a algunas de las preguntas que planteé aquí? Cómo te hacen sentir? ¿Te unes a mí para crear una nueva relación de curación con la comida?